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Carmen Machi protagoniza “La voluntaria”

Ella necesita que la necesiten y eso la motivó emprender el camino como voluntaria a un campo de refugiados a Grecia.

En la edición 25 del Festival de Málaga se proyectaron varios títulos como Alcarras (Carla Simón), Mi vacío y yo (Adrián Silvestre), Cinco Lobitos (Alauda Ruiz de Azúa),  y La voluntaria (Nely Reguera). Todas ellas ponen de manifiesto un acercamiento más sincero a lo real.

La directora Nely Reguera regresa al séptimo arte luego de 8 años de ausencia, sin embargo no ha sido fácil y ha manifestado lo complicado que es sacar adelante una película luego de la ópera prima.

Para protagonizar su nuevo film, Nely pensó en Carmen Machi Arroyo, originaria de Madrid, pero criada en Getafe. Sus primeros pasos como intérprete los dio en el teatro como muchas actrices. Debutó en la pantalla grande hasta 1999 en Shacky Carmine de Chema de la Peña.

Machi interpreta a Marisa, una doctora recién jubilada, que decide viajar como voluntaria a un campo de refugiados griego donde necesitan personas exactamente como ella. Al llegar, se hace evidente que no tiene nada que ver con los demás. Cuando conoce al pequeño Ahmed, los límites entre la necesidad de cuidar y de sentirse útil empiezan a desdibujarse.

“Todos deberíamos ser capaces de atender tanto a los demás como a nosotros mismos. Cuidarnos los unos a los otros es una labor que nos une, nos ayuda a crecer, nos humaniza. El problema viene cuando no somos conscientes de que, a veces, ese acto responde más a la necesidad de llenar un vacío o suplir una carencia que a un acto de generosidad”.

Nely Reguera

El sentimiento de desconcierto frente a los cambios de etapa aparecen en La voluntaria. Habla de cómo se confunde la fragilidad personal y colectiva y lo hace poniendo en cuestión las bases que sustentan la mala conciencia del Primer Mundo frente a los problemas del Tercero.

Todes podemos identificarnos con Marisa, sobre todo si tenemos un mínimo de sensibilidad social. A través de ella sentimos el peso de las contradicciones, la complejidad de un conflicto que nos sobrepasa y que las buenas intenciones, a veces, tienen más de egoísmo que de espíritu salvador.

Un film que te sumerge en la realidad de un campo de refugiados real para enfrentarnos sin afán discursivo a un panorama oscuro y luminoso, en el que hay miseria, pero también esperanza.

El crítico Carlos Escolano mencionó que Nely Reguera lleva al espectador a que tome partido y dibuja en Marisa un personaje humano, demasiado humano, que se mueve por impulso sembrando un catálogo de contradicciones en tu cabeza.

Este planteamiento se ve reforzado por la asunción de la narración sobre los hombros de Marisa que es quien conduce el relato y por la posición empática hacia todo su alrededor.