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Relatos Históricos: LA CUARTA RAÍZ MEXICANA

El reconocimiento de los componentes raciales y culturales son importantes para aceptar, reconciliarnos y asumirnos como una nación mestiza.

Por: Uriel Caballero.

En los años ochenta del siglo pasado comenzó un movimiento político-social para visibilizar y reivindicar las raíces africanas de la cultura mexicana. Esta tercera raíz se hunde en los orígenes mismo de la Nueva España, pues se sabe que los primeros africanos llegaron con las tropas de Pánfilo de Narváez. Tal vez el momento más significativo de este movimiento por la recuperación de memoria de la africanidad está en la reforma constitucional de 2019, que adicionó el apartado C al artículo 2º, y en el que se “reconoce a los pueblos y comunidades afromexicanas, cualquiera que sea su autodenominación, como parte de la composición pluricultural de la Nación”.

El reconocimiento de los componentes raciales y culturales mexicanos son importantes para aceptar, honrar y reconciliarnos con el pasado y asumirnos como una nación mestiza.

¿Pero realmente sólo hay tres raíces en un país tan rico en expresiones culturales como México?

Si miramos con cuidado en nuestros mercados, en las expresiones culinarias y textiles, y hasta en la religión, pronto nos podemos percatar de la presencia de influencia asiática en la cultura mexicana del siglo XXI. Y ésta no es producto de nuestro gusto relativamente reciente por los anime y manga japoneses o por las boybands coreanas que han desembarcado en el país cantando en inglés y español. Así, por ejemplo, durante los meses de verano los mercados y centros comerciales mexicanos ponen a la venta los dulces y dorados mangos de Manila, hoy cultivados en los estados principalmente bañados por el Océano Pacífico, pero que no es un cultivo originario del Mesoamérica. El mango es una fruta originaria de algún lugar de sureste asiático. Y el solo nombre de “mango de Manila” es un recordatorio de que su cultivo y consumo se extendió por el América gracias a al activo comercio novohispano con Filipinas durante el periodo virreinal. Hoy México es el sexto productor de mango en el mundo, solamente por detrás de cinco países asiáticos.

Por otra parte, si posamos nuestra mirada en los textiles, en medio de los rebozos, sombreros y trajes regionales resaltan el tradicional vestido de “china poblana” y el un poco olvidado “mantón de Manila”. La historia, los bordados y la tela de ambas prendas recuerdan su origen asiático, del que platicaremos más adelante en otras cápsulas.

Y bueno, ya que estamos en medio de su temporada, los populares chiles en nogada son un platillo mestizo desde cualquier ángulo por donde se les vean. Son cocinados con ingredientes provenientes de cuatro continentes: nuez de Castilla, carne de res, plátano macho, chiles poblanos y, entre otros muchos ingredientes más, canela y pimienta negra; la primera originaria de Ceilán; y la segunda de la costa malabar, en la actual India. Ambas especias llegaron a la Nueva España en un cargamento del Galeón de Manila, y luego fueron incorporados a la cocina nacional.
Para terminar esta brevísima introducción sobre nuestra cuarta raíz, hay que recordar que San Felipe de Jesús, durante muchas décadas el único santo de origen novohispano, fue un hombre criollo que pasó su infancia en lo que actualmente es el barrio de Tepito. Después de una juventud en la que se movió entre las tentaciones del mundo y el anhelo de Dios, Felipe de las Casas Ruiz pasó un tiempo como comerciante en Manila. Resuelto a hacer votos religiosos fue enviado por sus superiores de vuelta a la Nueva España, pero su barco encalló accidentalmente de las costas japonesas. El futuro santo fue arrestado por las tropas de regente junto con otros misioneros europeos y conversos japoneses. Todos ellos fueron crucificados en Nagasaki el 5 de febrero de 1597.

Felipe de Jesús fue beatificado el 1627 y canonizado en 1867. Este joven que vivió en la ciudad de México apenas cincuenta años después de la conquista de Tenochtitlán, y que todavía es el santo patrón de la ciudad, nos recuerda la rapidez con que se desarrollaron los lazos que unieron a la Nueva España con las lejanas tierras asiáticas que Colón buscó con tanto afán.

Pero de todo ello y de más, hablaremos en las siguientes cápsulas de esta serie.