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La gráfica mexicana en el arte nacionalista mexicano

La gráfica mexicana, arte con sentido nacionalista e ideología de izquierda, desde la Calavera Garbancera hasta El Taller de Gráfica Popular

Por: Eduardo Reyes 

Se puede afirmar que la historia de México ha sido pródiga en temas de arte. A partir de la consolidación de la presencia europea y su intento de difundir la religión católica, se observó que el arte permitía incidir en dicho objetivo. Así, llegaron al país algunas manifestaciones, como la arquitectura, la escultura y la pintura, todas ellas de corte religioso para buscar la transmisión y consolidación de dicha religión.

Si bien, estas expresiones no tenían un objetivo propiamente artístico, sentaron el precedente de una cultura visual. Será con la fundación de la Academia de San Carlos, en 1781, que se dará gradualmente un impulso al arte y cuyo resultado colocó a México como centro artístico por excelencia.

La Academia de San Carlos 

La Academia de San Carlos buscaba desarrollar la arquitectura, la escultura y la pintura, consideradas como las tres bellas artes; y sería en esta última en la que México lograría una notable producción. Así, a finales de siglo XIX, y a partir de 1920, con el fin de la Revolución, estas actividades alcanzaron su momento de esplendor gracias al proyecto nacionalista del primer gobierno postrevolucionario.

La pintura, especialmente los murales, tenía casi siempre un sentido nacionalista y una clara carga ideológica de izquierda, la cual marcaría el rumbo del arte mexicano. Por ello, es importante destacar otra forma de arte que ha sido, pese a su notable calidad e impacto, un tanto desconocida. Se trata de la gráfica, entendida como el arte del grabado y la estampa, y que tiene sus principales representaciones por medio de carteles, volantes, murales transportables, además de enormes telones de papel.

Momento decisivo para la gráfica mexicana 

El momento más importante de esta forma de arte fue el verano de 1937, cuando se funda El Taller de Gráfica Popular, que será integrado desde su origen por reconocidos artistas, entre los que destacan, Leopoldo Mendez, Pablo O´Higgins y Luis Arenal. Al paso del tiempo se sumarán José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Ángel Bracho, Mariana Yampolski, entre otros. De esta manera, a la par del movimiento muralista, la gráfica habría de sumarse al proyecto nacionalista y artístico de la primera mitad del siglo XX.

El origen del TGP

El antecedente principal de los integrantes del mencionado Taller, y de los grabadores en general, es José Guadalupe Posada, quien fue el primer artista gráfico en trascender con su obra. Posada es conocido por sus escenas donde predominan las calaveras, siendo la más importante la llamada Calavera Garbancera, conocida como la Catrina. Además, se desarrolló como dibujante, litógrafo, hizo diseño gráfico de marca, ilustró revistas, periódicos y libros infantiles, elaboró juegos de mesa, etc. No sólo impulsó todas esas formas de creación, sino que le dio un rostro a la cultura popular.

Taller de la Gráfica Popular

El Taller de la Gráfica Popular (TGP), tuvo como sede un pequeño local de la calle de Allende, en el Centro Histórico. El primer trabajo realizado fue un calendario diseñado para la Universidad Obrera de México. En palabras de sus fundadores, el Taller tenía como intención promover la gráfica en favor de los intereses del pueblo, por medio del trabajo colectivo y siempre luchando en contra del fascismo y los grupos reaccionarios. 

Para 1938, crearon los principios que habrían de guiar su quehacer, los cuales habrían de reforzarse en los años posteriores, siempre con elementos comunes: arte a favor del pueblo y lucha contra de las posturas políticas de derecha.

Arte como crítica social 

Como ha ocurrido en diferentes momentos de la historia del arte, durante los conflictos, el arte ha sido una forma de crítica que busca la realización de los derechos humanos de justicia y libertad. En este sentido, dos eventos internacionales impulsarán el trabajo de los artistas del TGP, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Para el primero, no solo se desarrollaron múltiples carteles denunciando las atrocidades que ocurrían en dicho país, sino se buscó también respaldar el exilio y motivar el apoyo en todos los sentidos a los combatientes del bando republicano.

En el caso del conflicto mundial, las actividades del TGP fueron de mayor dimensión. Con la llegada de algunos exiliados alemanes, quienes integraron la Liga Pro Cultura Alemana con el objetivo de impulsar una postura contraria al nazismo, el Taller se involucró más que en otras ocasiones. Por ello, los integrantes del taller crearon una amplia gama de carteles en contra de la guerra. Como un esfuerzo colectivo para concientizar a la población sobre los crímenes del nazismo, y con el apoyo del entonces presidente de la República, Manuel Avila Camacho, se publicó el libro, El Libro Negro del Terror Nazi, ilustrado por los integrantes del taller y con la participación de cincuenta y seis escritores

Para la década de 1960, la Guerra Fría había impulsado en la mayor parte del mundo diversos conflictos, donde los jóvenes sentían la necesidad de expresarse e intentar cambiar ese mundo heredado por sus mayores. De esta manera, se desarrollaron múltiples movimientos que abarcaban las preocupaciones de ese sector juvenil: el feminismo, los movimientos medioambientales, la liberación femenina, la liberación sexual, etc. Además, en México esta década vio movimientos sindicalistas que buscaban romper con el control del Estado, resaltando a los ferrocarrileros, electricistas, maestros y médicos. 

En este periodo los llamados, “talleristas”, vivirían una de sus etapas más activas, pues respaldaron todos los movimientos sindicales y libertarios de los jóvenes. Durante el movimiento estudiantil su actividad se volvió más importante, dada la promoción visual que impulsó dicho movimiento. La efervescencia juvenil se vio acompañada de toda una gama de carteles y volantes que de manera visual y en muchas ocasiones recurriendo al uso del humor, informaban a la población de los fines del movimiento al mismo tiempo que cuestionaban el actual gobierno.

Legado de la gráfica mexicana 

Se considera que la década de 1970, es la última de gran presencia del TGP, sumándose a los cambios que se vivían en ese momento, en gran medida consecuencia de los movimientos sociales de la década anterior. A mediados de esa década comenzó la gran transformación del taller, el cual se concentró en la venta de obras de su archivo. Además, dejaron de realizarse trabajos con las técnicas tradicionales del grabado y se sustituyeron con impresiones offset con base en dibujos.