“Llévate mis amores”: una historia de solidaridad humana

Una mescolanza de sentimientos y una gran sensibilidad al entorno son el parteaguas del documental Llévate mis amores, ópera prima del cineasta mexicano Arturo González Villaseñor que ofrece un retrato intimo de Las Patronas, un grupo de mujeres que cada día, desde 1995, lanzan comida a los migrantes que viajan a bordo de la Bestia con el anhelo de llegar a Estados Unidos.

Todo comenzó cuando Arturo estaba trabajando en su proyecto de tesis que consistía en reactivar una radio comunitaria en Paso del Macho, un pueblo en el estado de Veracruz. El director cuenta que los jóvenes de la radio tenían mucha empatía con las causas sociales y un día los invitaron, a él y a sus compañeros, a recoger el pan que les daban los panaderos para llevarlo al pueblo vecino donde Las patronas esperaban el siguiente tren con arroz embolsado y frijoles:

“Y así fue como partimos a conocerlas un día. No teníamos mucha idea qué era lo que hacían o hasta dónde llegaba su labor humanitaria hasta el momento que salió el tren por primera vez y hubo una sensación impactante al entregárselas mientras avanzaba el tren. Ese fue el primer contacto y después viene esta serie de sentimientos dentro de nosotros que es lo que nos lleva, primero, a hacer un cuento y después a querer concebir una película tratando de expresar a través de ella lo que sentimos al estar ahí, sabes, como una carga de emociones de muchas maneras: tanto con los migrantes, las conversaciones con ellas, la labor humanitaria, sus miedos, sus preocupaciones”.

El documental no trata de los migrantes per se, sin embargo, el viaje que siguen a bordo de este tren llamado “La Bestia” trasciende gracias a la labor tan empática y desinteresada de estas mujeres que demuestran que no se necesitan intermediarios, dígase instituciones y gobierno, para marcar la diferencia.

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“Creo que un punto muy importante de la película es el flujo de migrantes y los migrantes que van llegando a sus vidas pero creo que no va exclusivamente sobre migrantes. Toca muchísimos temas que hay alrededor pero siempre vistos sobre estas mujeres y que de alguna manera ellas reflejan mucho de lo que ocurre con el obrero, el campesino en los pueblos mexicanos y que también nos da un panorama de quién es la mujer. Estas mujeres, las patronas, han logrado tener este empoderamiento en la mujer pero, por otro lado, también han sobrepasado el venir de casas donde tienen abusos de maltrato, donde impera el machismo. Existe también la conexión con la naturaleza, con el campo, con los animales donde se cruzan y les parten la vida estos trenes y la labor humanitaria y todo el servicio que dan”.

Villaseñor explora el mundo de estas mujeres, va más allá, me cuenta que antes que ser director es un cinéfilo y siente que todo lo que ve en la cotidianidad puede convertirse en una historia.

“Yo creo que esa fue mi manera de descubrir al cine y sí, fue por una sensibilidad que la verdad no había manera de no despertarla con lo que ellas hacían”.

La primera imagen que vemos en pantalla es la de una mujer de la comunidad La Patrona, Veracruz cocinando en un patio de tierra una gran olla de arroz. La cámara registra tranquilamente el proceso y paulatinamente comenzamos a escuchar las voces intercaladas de las mujeres que participan en la elaboración de esta comida: arroz, frijoles, totopos, atún, botellas de plástico que rellenan de agua. Todo ello llegará a manos de migrantes mexicanos y centroamericanos que van montados en un tren salvaje y aterrador.

La película es emotiva precisamente porque profundiza en todo lo que hay detrás del acto de arrojar una bolsa con comida, a diario, a migrantes que no conocen mientras se escucha el rugido de la Bestia. Vemos imágenes a cuadro, conversaciones intimas con cada una de estas mujeres que han perdido algo en el pasado pero que encontraron ahora un escape a través de su labor. Retratos estéticos de mujeres que preparan grandes ollas de arroz y botellas de agua para aquellos que huyen de una realidad social de la que ellas mismas son parte.

Le preguntó a Arturo cómo logró que ellas estuvieran frente a la pantalla de una manera tan genuina y se atrevieran a contar sus inquietudes. Me dice, tranquilo como ha estado desde que comenzamos esta charla, que en el documental es elemental lograr un acercamiento entre realizadores y personajes.

“Si no logras traspasar esta barrera de intimidad es muy difícil que al espectador le puedas ofrecer algo interesante. Ellas se estaban convirtiendo en nuestras amigas, en parte de nuestra familia. Sus preocupaciones eran también nuestras, había una empatía muy cercana. Además, también, la labor humanitaria, la causa social de cierta manera nos unía muchísimo porque nos veíamos muchísimas veces involucrados en situaciones donde nosotros les teníamos que ayudar a ellas o viceversa”
Me cuenta más:

“Lo más interesante que descubrimos fue cuando les pregunto en tercera persona quiénes son y se describen completamente con sus complejidades propias, con sus dificultades, con sus sueños o tal vez con sus sueños truncados. Esto nos da una radiografía, si se le puede llamar así, de que no son mujeres que tienen poderes extraordinarios ni que fueron bendecidas por la mano de algún Dios, sino que son mujeres comunes y corrientes, terrenales, que tienen problemas, sueños, conflictos. Y aún así están haciendo una labor humanitaria no sólo por ayudar al otro, que es muy importante porque sí son muy empáticas a la situación de la otra persona pero que también lo hacen para alegrar su día y sanar mucho de lo que tal vez pasaron”.

¿Llévate mis amores es el nombre que le das al documental con la premisa de amar a alguien que ni siquiera conoces?, pregunto
“Ese puede ser un buen significado. Creo que la idea del título nos puede llevar por muchos lados. El primero es que creo que el espectador, me gusta a mí, que sea participe de la película. Entonces uno interpreta el título respecto a lo que ve, si para alguien puede ser una cosa pues está perfecto creo que no existe una imposición sobre lo que para mí realmente significa”.

¿Qué significa para ti?

“Siempre tuvimos muy claro que ellas son Las Patronas y que ellas tienen su propia identidad y que nosotros hicimos una película que narra un pedazo de su historia y nada más. No había porque apropiarnos de su nombre o de su identidad. Era tratar nada más de honrarlas y darles el tributo que se merecen y bueno si la gente conoce a ellas a través del documental está increíble.
“El nombre Llévate mis amores narra mucho de lo que sucede dentro de la película. Todos estos amores que ellas reparten de diferentes maneras: desde el amor que le impregnan a la hora de hacer la comida, a la hora de hacer el arroz, el frijol. Sabes, o sea, hay un amor ahí que es meramente maternal que es algo que yo encuentro en mi casa, en la casa de la abuela y ahí en La Patrona realmente sí hay un cariño que trasciende. Vaya, creo que también la manera en la que los tratan, los abrazan, les dan palabras de aliento, los apapachan. Hay amores donde ha pasado por ahí un migrante que se ha enamorado de una de ellas y ella de él. Creo que en la película hay todos estos amores que giran alrededor y terminan en el momento en que ellas entregan la comida. Cuando alguien te dice llévate es porque hay prisa, porque sabes que no hay momento de que te quedes más tiempo entonces creo que llévate y amores rompe y termina justamente en la entrega de las bolsas a los migrantes que van arriba del tren”.

El documental tiene numerosos aciertos narrativos y es que tomo su tiempo, no les interesaba apresurarse pues esperar un fondo “nos limitaba mucho a lo que ya queríamos empezar a trabajar: en la escritura, con ellas, en la manera de tratar de conseguir las imágenes que queríamos entonces toda la parte de producción la pagábamos nosotros de nuestros propios bolsillos”, recuerda González Villaseñor.

Además recibieron apoyo de casas de post producción y la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) ayudó a que la película se terminara y fue la primera vez que la institución se volvió co-productora de una película.

“Fue un proceso muy largo donde también se involucro la revista Proceso, la Ibero, vaya, creo que sí hubo instituciones importantes pero que cuidamos mucho quién entrara a la película. Queríamos que tuviera coherencia la gente que nos apoyo con el discurso de la película y que realmente hubiera una credibilidad completa”.

Luego de recorrer festivales nacionales e internacionales de cine como Ambulante, el FICM, el Festival Internacional de Cine de Los Cabos, donde resultó ganador, el documental llega a las salas comerciales del país.

“Al hacer esta película nunca pensé que iba a recorrer gran parte del mundo con esta historia ni mucho menos que la película trascendiera a muchos países y fuera subtitulada al francés. Todo lo que ha surgido alrededor jamás lo imagine y mucho menos un estreno comercial en México que muchas veces es imposible y cuando se trata de un documental el trabajo es doble y la palabra imposible se multiplica. Para mí es muy importante el estreno comercial porque se sigue manteniendo en salas y la gente la puede ver como la concebimos y en la mejor calidad”.

Un documental extraordinario que llega después de dos años a las principales pantallas del país que logró trascender y revelar los rostros humanos y el amor tan particular que se da a aquellos desconocidos de maneras inexplicables pero necesarias en nuestros días.

Por Rocío Muñoz-Ledo