Moonrise Kingdom: bello drama cómico para revisitar nuestro primer amor
Moonrise Kingdom retrata de forma inteligente y sensible una historia de amor entre dos adolescentes precoces y marginados socialmente.
En el verano de 1965, Suzie y Sam, de doce años, escapan juntos a Moonrise Kingdom, una isla en la que pretenden crear su propio nido de amor. Sin embargo, su desaparición desata una búsqueda frenética en la que participan la policía, los padres de Suzie, el líder del campamento en el que se encontraba Sam antes de partir, y los servicios sociales.
La historia de amor comienza un año antes de los acontecimientos principales de la película, cuando Suzie y Sam se conocen durante una representación teatral y deciden convertirse en amigos por correspondencia. Las conversaciones que mantienen les hacen darse cuenta de que son perfectos el uno para el otro, pues ambos comparten sentimientos de soledad y tristeza, provocados por vivir en una sociedad que no los comprende.
A los dos los catalogan injustamente como niños “muy problemáticos” o “perturbados emocionalmente”, cuando en realidad lo único que ellos añoran es cariño e independencia.
Lo que sigue es una aventura hilarante en la que seguimos a dos amantes reminiscentes de Bonnie y Clyde pero que, a diferencia de estos últimos, son más bien son prófugos de la injusticia.
Su romance se retrata de forma teatral y por momentos resulta ridículo; pero siempre se siente auténtico e hiperreal, casi como si se tratara de un documental.
En efecto, Suzie y Sam encarnan un amor tierno e intenso, aunque a veces un poco torpe e incómodo -como es propio de su edad-. En su vínculo no existe la hipocresía, sino únicamente una fuerte conexión física y espiritual. Lo único que puede amenazar su relación es la intromisión de los adultos.
De ahí la importancia de uno de los símbolos más recurrentes de la película: los binoculares de Suzie. Estos representan la claridad con la que los niños ven la vida, en oposición a la mayoría de los adultos que los rodean; también simbolizan el carácter voyerista del espectador, que asiste a una historia demasiado pura e íntima.
Como todos sus demás filmes, Moonrise Kingdom grita Wes Anderson. Los diálogos son muy frescos y divertidos, aunque poseen un carácter profundo y existencial; las actuaciones también son muy efectivas, y la música está escogida con mucho cuidado para hacer progresar la historia. Finalmente, el diseño de producción y la cinematografía son bellísimos: se siente como si estuviéramos dentro de un libro de fantasía ilustrado, como los que tanto le gusta leer a Suzie.
En definitiva, ver Moonrise Kingdom es una experiencia que vale mucho la pena. Nos sentiremos acompañados en la soledad y la incomprensión, al tiempo que recordamos las delicias de nuestro primer amor y la amargura de dejar la infancia. Actualmente se puede disfrutar rentándose en Claro Video o en Apple TV.
Por: Ingrid Andrea Sarahí Vargas Cervantes.