
Último adiós a José José, el Príncipe de la Canción
José José, el Príncipe de la Canción, muere a los 71 años de edad, a causa el cáncer de páncreas que padecía.
José José se convirtió en un gran éxito internacional luego de su presentación en el en el II Festival Mundial de la Canción Latina. Erizó la piel, estremeció los oídos y tocó el corazón de millones con su presentación obteniendo el tercer lugar con El Triste, balada escrita por Roberto Cantoral García.
Cada disco, cada canción de José José evoca recuerdos. Líricas llenas de sentimientos en los que alguna vez nos identificamos y que fueron fieles acompañantes en repetición.
Hace 34 años dejé de ver a mi padre. Los recuerdos se van desvaneciendo año con año. Pero ahora con la lamentable noticia del fallecimiento de José José me es inevitable traer al presente aquellos viajes por carretera que hacía con mi viejo.
Los titulares, los tweets y comentarios le desean buen camino a José José. Voz privilegiada que cautivó a millones de personas. El hombre que vivió el éxito sobre el escenario y a quien Frank Sinatra le aconsejó: No te olvides de que triunfar es muy bello, pero tiene un precio alto.
Lo supe a muy corta edad cuando cada salida rumbo a Cuernavaca mi papá ponía el cassette Secretos (RCA Ariola, 1983). Sonaba Lo Dudo, He renunciado a ti, El amor acaba, Lágrimas. Para ese entonces era ya su álbum 19.
De repente se terminaba la cinta y le cambiaba al español Camilo Sesto (1946-2019) con ¿Quieres ser mi amante?. Luego variaba a la Gata bajo la lluvia de Rocío Durcal (1944-2006).
Eran poco más de horas de carretera. Cual niño desesperado le preguntaba a mi padre si ya íbamos a llegar. La ansiedad por saltar a la alberca del hotel era demasiada. Misma que se calmaba cuando escuchaba en las bocinas Si me dejas ahora, de aquella producción editada en 1979. Sí, él tenía toda la colección del Príncipe de la Canción.
Pero no era solo las canciones y la voz de barítono de Jose José. Era su sentimiento, su eterna lucha contra la infelicidad, el desamor. De fondo corrían las canciones acompañadas de las historias de su vida. Creo mi papá era gran fan. Pero un niño de 7 años, como yo en ese entonces, no entendía mucho.
Él viendo al frente, con sus manos grandes al volante, de reojo me platicaba que el Príncipe no la tuvo fácil para llegar a donde está. Que nació el 17 de febrero de 1948, en el Distrito Federal, ahora Ciudad de México. Su madre de nombre Margarita Ortiz, fue concertista de piano y su padre José Sosa Esquivel fue tenor mexicano relevante en la década de 1950.
Me maravillé que se llamara igual que su papá, porque era mi caso. Le pedía que me siguiera contando, y salió el tema de los objetivos parentales que veces no se cumplen en los hijos. Don José Sosa no quería que su primogénito dejara la carrera de Mecánica de Aviación para ser cantante de música popular, y mucho menos cantar temas de crooners como lo hacía John Royce Mathis.
José José vivía de aire y música. De adolescente daba serenatas con su guitarra y a los 19 años formó el trío de Jazz y Bossa Nova Los Peg. Cantaba y tocaba el bajo, a veces el contrabajo. Grabó algunos discos en 45rpm con la discográfica Victor Radio Corporation of America (RCA), la misma que compró Victor Talking Machine Company, que en 1929 fue la mayor fabricante de gramófonos del mundo y discos de vinilo.
Me platicaba que Don José Sosa murió en 1969, y por ello su hijo dejó de ser José Rómulo Sosa Ortiz para adoptar el nombre artístico de José José. Con su carrera en ascenso, contrajo nupcias con Natalia Kiki Herrera Calles en 1971. Dos años después se divorciaron y se volvió a casar, pero ahora con Ana Elena Noreña Grass, mejor conocida como Anel.
En 1977 firmó con el sello Ariola, donde le concedieron meter mano en la cuestión creativa para seleccionar los temas y sobre todo a sus compositores. Así participaron Consuelo Velázquez, Rafael Pérez Botija, Manuel Alejandro, Juan Carlos Calderón, Roberto Cantoral, Camilo Sesto, Juan Gabriel.
A mis ojos todo apuntaba que José José vivía como rey y sin preocupaciones. Que como artista lo tenía todo. Yo era un escuincle ingenuo, hasta ver en las noticias que su vida estuvo llena de conflictos que lo orillaron a la autodestrucción. Plasmada de igual forma en largometraje y mini series.
Drogas, alcohol, falsas amistades eran lo habitual. La fama y popularidad estuvieron presentes noche a noche. Respaldadas por los éxitos Almohada, Gavilán o Paloma, Amar y querer y Payaso. Esta última original en el disco Reflexiones de 1984.
Los pasos obscuros de su carrera y vida privada salieron a la luz con la propuesta del compositor Manuel Alejandro al ofrecerle letras diseñadas a la medida. La intención era que José José interpretara 10 temas con el más profundo dolor y añoranza.
Con dinero a manos llenas se hizo de una mansión en Miami con siete cuartos y cinco baños, algunos Rolls Royce y una colección de trajes Brioni de gamuza. Que vendió luego por problemas financieros.
Estuvo internado en una clínica de rehabilitación en la Universidad de Minnesota para hacerse cargo de sus adicciones. Se quedó sin voz. Existieron lamentables momentos en los que el público coreaba casi todo porque la voz del Príncipe ya no daba más. Padeció la enfermedad de Lyme, provocándole parálisis muscular y afectación del habla.
Uno de los homenajes mas recordados fue con el famoso conductor Raúl Velasco; más de seis horas de transmisión. En dicho programa dominical participó Verónica Castro, Vicente Fernández, Valeria Lynch, J ulio Iglesias,Pepe Jara, Guadalupe Pineda, Marco Antonio Muñiz y Roberto Carlos. Fue cuando su casa discográfica, Ariola-BMG, lanzó el disco homenaje a sus entonces 25 años de carrera artística.
José José siguió grabando a pesar de tener un registro vocal ya deteriorado. Recibió un Latin Grammy por su trayectoria. Y antes de antes de sufrir una parálisis facial editó su disco Duetos.
Tras una revisión de rutina le diagnosticaron Adenocarcinoma en páncreas, un cáncer agresivo que suele ser muy doloroso. Por ello se sometió en 2017 a la operación para extirpar el tumor y continuar con una combinación de quimio y radioterapia.
Es difícil ver que las cosas no salieron del todo bien y que no todo es felicidad. Eso nos pasa a todos, a ti y a mí también. José José no perdió la frescura de la esperanza. Tenía muy claro, y sin miedo, que la muerte es un paso a un plano superior.
Hoy volteo al pasado y recuerdo a mi padre sonriendo. El aire entra por la ventana del auto mientras veo los pinos pasar uno tras otro. Aquellos cassettes apilados en la guantera esperando su turno en el autoestéreo. Cada uno con una historia para contar. Gracias a él conocí a José José, el Príncipe de la Canción, nuestro copiloto de viaje.