Bellas Artes

Bellas Artes, palacio sobreviviente de la historia

El Palacio de Bellas Artes, entre guerras, crisis y hundimientos: un testimonio viviente de los procesos históricos más importantes de México 

Por Claudia Carbajal

El Palacio de Bellas Artes es el recinto más importante de las artes mexicanas. Sin embargo, padeció junto con la población capitalina los diversos embates de los procesos históricos.

El comienzo del palacio blanco

Su construcción comenzó por mandato de Porfirio Díaz, como parte de la conmemoración de los festejos del Centenario de la Independencia. Este nuevo recinto, tenía como objetivo principal reemplazar al antiguo Teatro Nacional incluyendo los tintes de la modernidad art noveau del siglo XX. Para ello, Díaz encomendó la obra al arquitecto italiano Adamo Boari y al ingeniero Santiago Garita. Para 1904, la obra inició con cimientos de acero revestido de cemento y terminados en mármol, lo cual, hizo del recinto un edificio muy pesado. 

Un obra de varios artistas

Varios artistas estuvieron involucrados en los decorados exteriores: Gezá Marotti con el águila de la cúpula, Agustín Querol hizo los pegasos, Leonardo Bistolfi estuvo encargado de decorar el tímpano de la entrada que da la bienvenida al espectador con un conjunto escultórico dedicado a la armonía musical. Boari remató los detalles exteriores incluyendo plantas y flores endémicas de México. Durante este proceso murió su perrita Aida, por lo cual decidió rendirle homenaje incluyendo dos máscaras caninas.

La complejidad de su construcción

Aunque su construcción estaba planeada para durar 4 años, la obra se extendió mucho más debido al hundimiento disparejo del suelo por el peso del edificio. Poco después de haber solucionado este inconveniente, estalló la Revolución Mexicana.

En un escenario de violencia, crisis económica e inestabilidad política se interrumpió su construcción. Los decorados exteriores y el escenario interior con el telón de Tiffany estaban listos, pero faltaban numerosos detalles en el interior de la obra. A pesar de estar inconcluso este recinto se utilizó para algunos eventos culturales durante todos los años en que estuvo incompleto.

Bellas Artes, como testigo de la historia

Fue hasta 1929 cuando se retomó la obra a manos del arquitecto Federico Mariscal, quien decidió cambiar el concepto original art noveau, por un estilo más sobrio inspirado en elementos nacionalistas que responderían a México Posrevolucionario. También se decidió que fuera un recinto general para las artes, no sólo para las escénicas y se le cambió el nombre al proyecto original, pasando de Teatro Nacional a Palacio de Bellas Artes.

Finalmente fue inaugurado el 29 de septiembre de 1934. Paulatinamente el interior fue decorado por murales de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Manuel Rodríguez Lozano, Jorge González Camarena, Rufino Tamayo y Roberto Montenegro. 

Patrimonio Cultural de la Humanidad

Por su enorme riqueza y por ser uno de los edificios emblemáticos del Centro Histórico de la Ciudad de México, el Palacio de Bellas Artes fue nombrado Monumento Artístico y posteriormente Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Es el recinto académico más importante para los artistas mexicanos. Presentarse o exhibir en este lugar es uno de los más altos honores para quienes son inspirados por las musas. Actualmente alberga una sala principal de espectáculos, la Sala Adamo Boari, la Sala Manuel M. Ponce, el Museo de Arquitectura y el Museo del Palacio de Bellas Artes. Cada uno de sus recintos fue diseñado para darle voz a las diferentes disciplinas artísticas que ahí se expresan y establecer un diálogo con sus visitantes y espectadores