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El maestro en el desarrollo de México. Contribución a la historia más allá de la labor docente

En México el papel de maestro ha sido pieza fundamental e histórica en el desarrollo del país.

Por: Doctor Eduardo Reyes Galicia.

Es innegable el papel de la educación en el desarrollo de un país. En el caso mexicano resalta el hecho de que la enorme desigualdad que acompaña su historia implica un obstáculo para impusar el desarrollo y la movilidad social como en otros latitudes sí sucede.

El maestro es la figura central en la educación, sin embargo en México juega un papel que se extiende  a escenarios políticos, económicos, culturales, etc.

A partir de la mitad del siglo XIX la presencia del maestro cobra relevancia, desde entonces sus condiciones eran magras, lo cual, sumado a la situación de la población hace más compleja su labor. En esta petapa inicial jugaron un papel crucial las escuelas normales que desde su fundación en Zacatecas durante 1826, impulsaron la formación de maestro.

 

Será con el gobierno liberal con quienes a partir de la República restaurada darían el primer gran impulso al ámbito educativo volviéndose el maestro, de esta manera, parte de un proyecto en que el Estado lo tomaría como una de las bases de la transformación y modernización que se pretendía alcanzar en dicho periodo.

Con el ascenso de Porfirio Díaz al poder, el Estado nuevamente recurriría a la figura del maestro como motor de cambio. Con el porfiriato venía también un nuevo papel asignado al docente, el de cambiar el estado intelectual y la personalidad del mexicano e impulsar así, el desarrollo del país.

La pretendida paz y progreso, propios del positivismo, chocaron con las condiciones de desigualdad imperantes en el país, por lo que no era posible que la mayoría se viera beneficiada de este proyecto educativo.

Otro periodo que retrata el papel del docente como actor histórico, es la Revolución, en la que se sumaron a los diversos grupos, ya no como formadores, sino como transformadores de la realidad que agobiaba a la mayoría de la población. Así encontramos que algunos maestros alcanzaron notoriedad en ciertas facciones, tal es el caso de Cándido Guajardo, Ignacio Cortinas, Nemesio Báez Ocampo o José Rivera, quienes lucharon en el bando de Venustiano Carranza.

Por su parte en la facción encabezada por Álvaro Obregón resaltaron nombres de maestros como Gustavo Villatoro, José Ángel Ceniceros, Manuel Páez, entre otros muchos.

Quizá el más conocido de este periodo sea, Otilio Montaño, quien se inició como maestro en la escuela de Tepalcingo, Morelos y desde el inicio del movimiento se sumó al llamado de Francisco I. Madero, de parte del bando Zapatista, convirtiéndose en parte fundamental de esta facción, no sólo desde el punto de vista militar, sino como uno de los ideólogos del zapatismo.

Junto con Emiliano Zapata, quien, de acuerdo con Gildardo Magaña, aporta una serie de planteamientos a los que el maestro Montaño les daría forma y redactaría el Plan de Ayala, produciéndose así el ideario que contiene los planteamientos y el plan de lucha que habrían de seguir los campesinos del estado de Morelos.

Las mujeres también tuvieron una participación notable, maestras que ahora se sumaban al movimiento armado, algunas como combatientes y otras como enfermeras. Resaltan los casos de, Mariana Gómez Gutiérrez (carrancista), Guadalupe Romero viuda de González (formó parte del zapatismo), entre otras , con el destacado caso de la maestra, Eulalia Guzmán, quien si bien, obtuvo notoriedad como arqueóloga en la década de 1950, durante la Revolución ya fue conocido su activismo en favor de Madero y Zapata.

Al término de la Revolución y con el ascenso al poder de Álvaro Obregón, se abre un nuevo episodio de nuestra historia, en la que los maestros volverían a ser pieza fundamental en la transformación del país. Con la creación de la Secretaria de Educación Pública, el 3 de octubre de 1921, José Vasconcelos asumiría la dirección de esta nueva secretaría e impulsaría un proyecto de transformación que tendría como base la educación. Así, inspirado en las misiones que llegaron con los españoles para promover la religión católica, ahora el secretario propondría a los maestros como los nuevos misioneros, a quienes se les asignaba un nuevo cometido, la de transformar los espíritus para alcanzar una auténtica nacionalidad. Así, los docentes en lugar de transmitir la palabra de dios buscaron difundir la palabra escrita. De esta forma, los maestros de México, asumían un nuevo rol, transformar a México desde una perspectiva nacionalista.

Para la década de 1930, un nuevo cambio se suscitaría en el país, desde la Constitución de 1917, la educación tenía carácter laico, pero en 1934, se modificó el artículo tercero y otorgó a la educación una condición de socialista. El maestro sería la guía que habría de contribuir a dicha transformación, se convertía ahora en “soldado” que lucharía contra el fanatismo e impulsaría los principios de la mayor transformación social planteada hasta ese momento: lograr la justicia social.

Demos un salto hasta la década de 1960, donde la efervescencia que produjo un contexto interno y externo que se impulsaba por ideas libertarias, tenían como actor principal a los jóvenes del mundo. En el caso mexicano tuvieron, entre otros, el apoyo de sus maestros integrantes de La Coalición de Profesores, entre cuyos miembros destacan, el ingeniero Heberto Castillo y el filósofo, Eli de Gortari.

Sería largo hacer un recuento de cada etapa de nuestra historia en la que los maestros se hicieron presentes un paso adelante de su labor docente, pero cerremos este texto recordando que, en la actualidad, ante un escenario de pandemia, los maestros asumieron un rol que en muchos sentidos recuerda los momentos mencionados, aportando no sólo como educadores sino como formadores yendo más allá de lo que está comúnmente en el imaginario colectivo sobre el papel del maestro, un simple transmisor de conocimientos.