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Día del Artesano, guardianes de saberes ancestrales

Día del Artesano, 19 de marzo, guardianes de saberes ancestrales que constituyen el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad

Por: Cérida Webster Henestrosa.

Hace unos días, el 19 de marzo, se celebró el Día Internacional del Artesano. El festejo coincide, para la religión católica, con el día de San José, quien era carpintero y artesano. En México la fecha quedó instaurada en 1995, cuando la Cámara de Diputados consideró a ese oficio “como una actividad baluarte de nuestra tradición y cultura”. La adopción de la fecha de manera oficial propició políticas públicas encaminadas a fortalecer la producción artesanal.

Para reconocer la labor de los artesanos en nuestro país, año con año, se realizan ferias, en la que se ponen a la venta sus creaciones. Sin embargo, más allá de abrir estos espacios, resulta necesario reflexionar sobre la importancia de la labor que realizan los artesanos como guardianes de saberes ancestrales que constituyen el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad; así como identificar los retos a los que se ve expuesto su trabajo en un mundo de comercio globalizado.

Al respecto, la UNESCO ha expuesto la necesidad, no solo de cuidar y preservar los objetos artesanales; sino, sobre todo, de alentar a la elaboración de productos artesanales para que sus creadores transmitan sus conocimientos y técnicas a las siguientes generaciones dentro de sus comunidades. El Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART), fideicomiso público gubernamental, por su parte, tiene como principal tarea, incentivar la producción artesanal y el consumo de esos objetos utilitarios y estéticos. Según datos del INEGI, en nuestro país, alrededor de 500,000 personas tienen un trabajo remunerado relacionado con las artesanías. Lo cual representa el 35% de los puestos del sector cultural. Esto nos habla de la gran riqueza y producción artesanal que hay en México.

Productos artesanales: ocho grandes áreas

Los productos artesanales se clasifican en ocho grandes áreas: alfarería y cerámica; fibras vegetales y textiles; madera, maque y laca, instrumentos musicales y juguetería; cartón y papel, cerería y pirotecnia; metalistería y joyería; lapidaria, cantera y vidrio; talabartería; dulces y alimentos típicos. Además de la diversidad en áreas y técnicas, podemos distinguir también diferencias geográficas y culturales que se ven plasmadas en los materiales y la iconografía de cada una de las piezas.

La salvaguarda de la producción artesanal tradicional enfrenta desafíos importantes. Si bien se estimula la producción y consumo de objetos artesanales en la vida cotidiana, el aumento de demanda de estos productos podría motivar la producción en serie por algunas empresas o artesanos; lo que tendría como consecuencia que el trabajo manual fuera descartado.

Medio ambiente y elaboración de artesanías

Por otro lado, algunos objetos artesanales requieren del uso de materiales escasos o de los que, su uso excesivo, podría implicar daño al medio ambiente. De tal manera que estos recursos tradicionales dejen de ser utilizados; o, en el mejor de los casos, sean sustituidos por otros más. Un ejemplo de ello, es el tinte de caracol púrpura, que inicialmente daba color a los textiles de distintos puntos de la costa de Oaxaca. Las malas prácticas con el manejo del caracol por la empresa japonesa Púrpura Imperial ocasionó que el gobierno prohibiera su explotación a nivel industrial. Actualmente la especie se encuentra sujeta a protección especial por la SEMARNAT y solo encontramos el tinte en la localidad de Pinotepa de Don Luis.

Importancia de las artesanías

Un reto más es la difusión masiva de algunas celebraciones que generan mayor demanda de ciertos productos artesanales, los cuales, van reduciendo su calidad y haciéndose más austeros. Probablemente, el mayor reto que enfrenta la producción artesanal sea la protección a la propiedad intelectual de las comunidades que elaboran dichos productos. En últimos años, la falta de una legislación lo cual ha llevado a plagios y eventos de apropiación cultural indebida por parte de grandes empresas.

Finalmente, como consumidores tenemos mucho por hacer a favor de la producción artesanal. En primer lugar, podemos reconocer el valor que tienen las artesanías como portadores de un legado cultural. Así mismo, vale la pena recordar los desafíos a los que se enfrentan los artesanos para seguir manteniendo las características tradicionales de sus productos.

Por último podemos integrar los objetos artesanales en nuestra vida cotidiana respetando los precios que los artesanos determinan para ellos.