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Relatos Históricos: 1964, el año en que México enriqueció su vida cultural

Con 22 salas de exposición permanente y dos salas para exposiciones temporales, el museo de Antropología alberga la mayor colección arqueológica de México.

Por: Eduardo Reyes.

México se caracteriza por ser un país con una historia rica culturalmente, sus tradiciones, sus costumbres y en general su historia, lo coloca como uno de los países con una vasta riqueza cultural que se refleja en temas como, la cantidad de Patrimonios de la Humanidad reconocidos por la UNESCO, siendo éstos 35, colocándolo en la séptima posición en el mundo.

Otra de las riquezas culturales de México son sus museos, convirtiéndolo en uno de los países con más de ellos a nivel mundial, y arriba de 1,170 a nivel nacional, ubicándose 171 en la Ciudad de México. Así, los museos pueden ser considerados como espacios de exhibición y de transmisión de saberes, historias, tradiciones, arte, etc.

En nuestra historia destaca el periodo de gobierno del presidente, Adolfo López Mateos, quien gobernó de 1958 a 1964, siendo éste el sexenio en que más museos se crearon, llegando a ser considerado como “el sexenio de los museos”. Fueron cinco los principales recintos creados: el Museo Nacional de Antropología; el Museo del Virreinato; el Museo de la Ciudad de México, el Museo de Arte Moderno y el Museo de Historia Natural. En este texto destacaremos dos de ellos, el Museo de Antropología y el Museo de Arte Moderno, ambos inaugurados en septiembre de 1964.

Dada la riqueza histórica y arqueológica de México, en 1825 se creó un recinto que albergó, documentos y algunas piezas arqueológicas, que hasta ese momento se hallaban bajo resguardo de la Real y Pontificia Universidad de México. Al aumentar la colección se decidió, en 1910, crear el Museo Nacional de Antropología, Historia y Etnografía, el cual se localizaba en la calle de Moneda, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Al crecer aún más su colección se hizo necesario desarrollar un nuevo proyecto, que no solo fuera un espacio de exhibición, sino de estudio, reflexión y que fuera, de acuerdo con el deseo del presidente López Mateos, motivo de orgullo para los mexicanos.

El encargado del proyecto fue el arquitecto, Pedro Ramírez Vázquez, quien buscaría desarrollar a través de una arquitectura moderna, un museo que destacara por un diseño marcado por el simbolismo precolombino. Desde el vestíbulo de la entrada, el visitante iniciaría un viaje a la historia de México, al ser recibido por una escultura que representa la pirámide de Cuicuilco.

Quizá, sin embargo, el elemento que dota de personalidad al museo, es la monumental estructura denominada como, “el Paraguas”, cuya columna central, cubierta en bronce, con un relieve diseñado por los hermanos, José y Tomás Chávez Morado, sostiene una caída de agua de más de cuarenta metros.

Con un guion elaborado por el escritor y, en ese momento, secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, impulsó que el diseño de este espacio, se basará en los cuatro puntos cardinales. Así, en la parte Este, aludiendo a la costa oriental por donde llegaron las naves españolas, se presenta la imagen del águila y el jaguar, símbolos del día y la noche, cruzados por una espada que representa la conquista. En el Oeste, a través de distintos símbolos prehispánicos, se representa un sol que alude a la proyección de México al mundo. La vista Norte y Sur, están enmarcadas por símbolos que representan la Independencia, la Reforma y la Revolución.

Con 22 salas de exposición permanente y dos salas para exposiciones temporales, así como una biblioteca, el museo alberga desde 1964 la mayor colección arqueológica de México, destacándose algunas piezas de valor único; la primera de ellas que da la bienvenida a los visitantes, es el monolito que representa al dios de la lluvia, Tláloc. En la sala Mexica, encontramos otro monolito, la Piedra del Sol, quizá la pieza más importante del museo; la máscara de jade del Rey Pakal; una representación monumental de la Coatlicue: además de cabezas colosales olmecas, un atlante de Tula, así como diversas mascaras de distintas representaciones y culturas. El total de las piezas que integran la colección rebasa las 7,500 piezas y se calcula alrededor de dos millones de visitantes cada año.

Por otro lado, a partir de 1920, cuando la Revolución llegó a su fin e inició un nuevo periodo de nuestra historia, en la cual, por fin, la estabilidad en todos los órdenes llegaba y permitía la reconstrucción del país en diversos ámbitos, un tema habría de llamar la atención, el proyecto para impulsar un sentido nacionalista, que tenía como autor intelectual al escritor y político, José Vasconcelos, primer secretario de Educación Pública y quien habría de impulsar el mencionado proyecto, teniendo al arte como su principal motor.

De esta forma, el arte a partir de 1920, habría de vivir una de sus mayores etapas de esplendor, decenas de artistas se sumaron al proyecto, destacándose de manera especial, los llamados “tres grandes”: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.

Sobresaldrá en este periodo la pintura mural, pero habría otras formas de arte y otros artistas, destacados. Figurarán además diversas mujeres artistas, entre las que destacan, María Izquierdo, Frida Kahlo, Remedios Varo, Leonora Carrington y la fotógrafa, Lola Álvarez Bravo, entre otras.

La difusión de obras no monumentales, como los murales, no tenían un recinto especial que las expusiera de manera importante y sería hasta 1964, tan solo tres días de inaugurado el Museo Nacional de Antropología, que sería abierto al público el Museo de Arte Moderno, en Chapultepec, muy cerca del mencionado museo.

Este recinto sería el espacio a través del cual se le daría difusión de artistas que, debido al peso del muralismo, no habían tenido un espacio adecuado para dar a conocer su obra. Por el contrario, sería un espacio donde no habría cabida para el muralismo.

Desde su inauguración se especializó en difundir la obra de artistas, que abarca desde 1920 hasta nuestros días, convirtiéndose no solo un espacio artístico, sino como uno de los símbolos de la pretendida modernidad que había logrado nuestro país.

El encargado del proyecto arquitectónico, sería nuevamente, el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Esta vez se buscó desarrollar un espacio no solo adecuado para la difusión del arte moderno, sino que impulsará espacios novedosos que fomentaran, además, el conocimiento y la formación artística.

Con una colección de más de tres mil obras, este museo es el más importante de México en arte contemporáneo. Cuenta con obras no solo de pintura sino de escultura y fotografía. Quizá la obra más famosa del museo sea, Las dos Fridas, declarada en 2009 como “inamovible”.

De esta forma, el sexenio de Adolfo López Mateos, le aporta a la historia cultural de México un legado muy importante con la creación de diferentes espacios dedicados al fomento y promoción de la historia y el arte mexicanos.