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Los caminos del premio Ariel y las embestidas oficiales

La AMACC y el Ariel, baluartes del cine mexicano.

Por: Doctor Juan Carlos Olmedo 

Resulta fundamental en estos tiempos convulsos, tener claridad sobre la importancia del premio Ariel, ante el reciente anuncio de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMAAC) de suspender la convocatoria 2023, como resultado de la grave crisis financiera que enfrenta la institución, en virtud a los constantes recortes presupuestales de los que ha sido objeto durante el gobierno lopezobradorista, quien demuestra una vez más su evidente desinterés por el arte y la cultura en México.

La AMACC surgió en México en 1946, en pleno auge de la llamada época de oro de nuestra cinematografía, como una institución orientada a promover la preservación, investigación, difusión y el reconocimiento a las creadoras y creadores que hicieron y hacen y harán nuestro cine.

La estatuilla del Ariel simboliza los ideales por la defensa de la cultura latinoamericana y se inspira en el ensayo de José Enrique Rodó, quien simboliza a través de este personaje, el espíritu de defensa de la cultura regional. Su creador, el escultor mexicano Ignacio Asúnsolo, autor también del Monumento a Obregón (1933) y de otras obras de la corriente nacionalista-modernista, materializó la imagen de Ariel, para representar dichos ideales unificadores. La estatua original estuvo casi una década en el Paseo de la Reforma y posteriormente fue ubicada en los Estudios Churubusco.

El premio se ha entregado en 64 ocasiones desde 1947 y hasta el año 2022, con una suspensión entre 1958 y 1971, resultante de la alarmante disminución de la calidad de la producción en el ocaso de la época de oro. La Academia ha evolucionado en las categorías de premiación y actualmente otorga 25 estatuillas de plata en diversas categorías y un Ariel de Oro a la mejor película de cada año.

La primera cinta reconocida con el Ariel de Oro fue “La Barraca” de Roberto Gavaldón, que narra las vicisitudes de una familia campesina enfrentada a la violencia de los prestamistas, mientras que la película premiada en la ceremonia de 2022 fue “Noche de fuego” de Tatiana Huezo, obra que denuncia el secuestro para fines de trata, de niñas y adolescentes en comunidades rurales de México. Vergonzante coincidencia temática sobre diferentes expresiones de la pobreza a más de 75 años de distancia.

La AMACC y el Ariel han sido, son y deberán seguir siendo baluartes del cine mexicano y está ahora en manos de todas y todos encontrar caminos de autonomía financiera que den certidumbre a su futuro y que la blinden del desdén, las conveniencias y la polarización gubernamental.