Relatos Históricos: el Grito de Independencia
La primera celebración de el Grito ocurrió en 1812. López Rayón realizó un festejo que consistió en una descarga de artillería.
Por: Cérida Webster Henestrosa.
El Grito de independencia es la celebración cívica más importante de nuestro país. En ella conmemoramos el llamado que hizo Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1810 a los habitantes de la Nueva España para tomar las armas contra el “mal gobierno” peninsular. A partir de entonces comenzó la lucha que llegó a su fin el 27 de septiembre de 1821, con el nacimiento del Imperio Mexicano, bajo el liderazgo de Agustín de Iturbide. Si bien a lo largo de los 11 años de guerra el proyecto independentista fue adquiriendo distintos matices y contradicciones, el 16 de septiembre quedó marcado como la fecha en la que celebramos nuestra independencia.
La celebración de el Grito ha tenido varios propósitos. Desde sus primeras versiones, buscó el reconocimiento del movimiento insurgente. Más adelante se enfocó en exaltar modelos ejemplares para fortalecer el sentido de identidad y pertenencia a la nación mexicana. En tiempos recientes la celebración ha dado ocasión a quienes pronuncian la arenga de dar un mensaje político a los ciudadanos, que al grito de “¡Viva!” se adhieren al discurso. En todos los casos, el Grito ha sido usado para legitimar el proyecto político en turno.
La primera celebración de el Grito ocurrió en 1812. Ignacio López Rayón, presidente de la Junta de Zitácuaro realizó un pequeño festejo cívico que consistió en “una descarga de artillería y vuelta general de esquilas” para recordar “el grito de libertad” dado por Hidalgo y Allende. Un año después, en el discurso inaugural del Congreso de Anáhuac, José María Morelos incluyó en el punto 23 de los Sentimientos de la Nación “que se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa Libertad comenzó”. Durante el primer imperio, Agustín de Iturbide intentó dar mayor peso como fiesta cívica al 27 de septiembre, para conmemorar la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, fecha que además coincidía con el cumpleaños del emperador. En 1823, el Congreso decretó que el 16 de septiembre quedaría como fiesta nacional. Así pues, en 1825 se celebró la primera ceremonia oficial de el Grito con Guadalupe Victoria como presidente. Ya desde mediados del siglo XIX el festejo se realizaba la noche del 15 de septiembre.
Desde entonces, el festejo era protagonizado por autoridades civiles y religiosas. Fue hacia 1857 con el triunfo del partido liberal, cuando el Grito dejó de ser una celebración mixta y adquirió un carácter completamente civil o laico. De hecho, un aspecto distintivo del proyecto liberal fue la creación de un calendario de festividades civiles que se sobrepusiera al religioso. En ese mismo contexto, tal vez un poco con la idea de legitimarse, en 1864 Maximiliano de Habsburgo decidió celebrar el Grito en el pueblo de Dolores, desde la puerta de la casa de Miguel Hidalgo.
En 1896, Porfirio Díaz hizo traer la campana de Dolores al balcón del Palacio Nacional. Desde entonces el Grito se celebra de forma semejante a como ahora lo hacemos. No obstante, en todas las ocasiones la arenga ha sido distinta. Si bien siempre aparecen los nombres de los insurgentes más notables, se le han agregado otros personajes, valores y proclamas que refieren a la coyuntura que se está viviendo. Así pues, en esta fiesta patria los gritos han sido cambiantes y seguirán siéndolo.